#ElPerúQueQueremos

Yo no soy arqueólogo

Publicado: 2018-04-11

La práctica arqueológica en el área andina, y seguramente en muchas otras latitudes, está atrapada por el fetiche del objeto. Gran parte del quehacer arqueológico gira alrededor de lo que el objeto es, de dónde se extrajo, en qué fase del desarrollo (lineal) de las naciones se encuentra, cómo se conserva, cómo se comercializa, cómo se difunde. Hay una suerte de obsesión por conocer y proteger el objeto sobre cualquier otro motivo.

Atrapada, además, por una mirada masculina y heterosexual acerca del pasado, la arqueología andina termina siendo un club en el que los muchachos se ven las pelotas, miden sus miembros y dejan a las mujeres fuera de discusiones que no les competen. Y no se trata solamente de la precaria participación de arqueólogas y disidentes de la heterosexualidad en simposios, congresos y publicaciones, sino, de cómo un tipo de perspectiva acerca del pasado termina inundando el objeto arqueológico de los deseos masculinos y heterosexuales de quien investiga.

Claro, han aparecido mujeres con poder en la literatura arqueológica, invitan a mujeres a simposios luego de darse cuenta que solamente habían invitado hombres, te invitan a participar de una publicación para ser la cuota diversa, pero precisamente ese “darse cuenta” que existimos no basta. Todo lo contrario, termina siendo el gesto bondadoso del buen patrón, ahora progresista y no tan tirano.

Lo que me separa de la arqueología andina son los fetiches y deseos sobre los que descansa apaciblemente. Y es que existe una tranquilidad por el estado de las cosas, un acuerdo tácito por mantener el statu quo disciplinar a pesar que la figura del hombre andino aún es invocada, la familia (heterosexual) aún es omnipresente, las mujeres tuvieron poder político y punto (no vaya a ser que ahora vengan con cosas feministas y raras...).

El lente con el que se narra el pasado está tan lleno del yo que cansa, mientras la práctica arqueológica se vuelve cada vez más funcional al contexto social que habitamos. Tenemos ante nosotrxs un arma, solo basta apretar el gatillo.


Escrito por

Oscar Espinoza Martín

Soy Oscar, estudié arqueología en Lima y suelo escribir desde los bordes de esta disciplina.


Publicado en

chuqui_chinchay

Arqueoloca, hilvanando pasados para alterar el presente.